Las redes sociales están de moda. Sus funciones principales garantizan el éxito:
- Se pueden compartir imágenes y videos de forma inmediata y en tiempo real.
- Existen filtros, efectos, pegatinas y música que hacen más atractivo el contenido.
- Se pueden etiquetar personas y temáticas mediante un «hashtag».
Los usuarios refuerzan lazos de amistad, conocen gente nueva con gustos o amistades en común, comparten su día a día a través de sus fotografías y videos… pero, en ocasiones, conscientes o no, también descuidan su imagen e intimidad y con los menores hay que tener cuidado.
Los menores, como cualquiera, sienten la necesidad de integrarse socialmente, buscan la aceptación de sus compañeros, un cierto grado de reconocimiento y popularidad y están sometidos a la presión de mantener un perfil activo. Todo esto hace que entren en conductas de riesgo, como la exposición de demasiada información personal, retos virales peligrosos y hasta la publicación de imágenes con connotaciones sexuales.
Imágenes poco favorecedoras o descontextualizadas suelen traer, tras de sí, comentarios mordaces, que los menores muchas veces no saben gestionar. Otro riesgo es la baja autoestima cuando sus publicaciones no alcanzan el nivel de popularidad deseado.
Hace poco salió a la luz que Facebook Inc. (en la actualidad, Meta Platforms Inc.) ocultó un informe interno realizado por Instagram –red social de la que es propietaria– sobre la influencia negativa de Instagram en chicas jóvenes. El documento señala que «las adolescentes culpan a Instagram por el aumento de su ansiedad y depresión». En Estados Unidos un 40% de los usuarios de Instagram tiene menos de veintidós años y el dato es fácilmente extrapolable al resto del mundo. El uso de filtros para construir la imagen perfecta de uno mismo, hacen que muchos se sientan más identificados con esa imagen ideal que con la apariencia real. Es lo que los psicólogos llaman como «dismorfia del selfie», una nueva modalidad del trastorno dismórfico corporal (TDC).
Derechos del menor
En España un menor de edad puede abrir una cuenta en una red social cualquiera con catorce años. Demasiado pronto. Huelga decir que si es menor de catorce años sólo podrán abrir un perfil con la autorización de sus padres o tutores, quienes tienen capacidad para cerrar dicho perfil si el menor no tiene cumplidos los catorce años.
Los padres podrán ejercer el control sobre el uso de las redes sociales de sus hijos a partir de los catorce años, pero con las limitaciones de la ley. Veamos:
La Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en fecha 20 de noviembre de 1989, establece en su artículo 16 apartado 1 que: «Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y a su reputación». A su vez, el apartado 2 de dicho artículo establece que: «El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o ataques». En términos similares se pronuncia la Carta Europea de los Derechos del Niño de 8 de julio de 1992.
En el caso de España, nuestra Constitución reconoce –con carácter general– el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen en su artículo 18.
Asimismo, la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor establece en su artículo 4 apartado 1 que: «Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto de las comunicaciones». El mismo artículo en su apartado 5 dice: «Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros».
Control de las redes sociales de los menores por los padres o tutores
La patria potestad, es decir, la autoridad de los padres sobre los hijos, habrá de ejercerse respetando, en todo momento, los derechos que los menores tienen reconocidos por ley. Ahora bien, no puede ser que el ordenamiento jurídico haga descansar en los padres la obligación de velar por el cuidado y el desarrollo de sus hijos menores y, al mismo tiempo, desposeerles de toda capacidad de control sobre ellos; por tal motivo, se admiten determinados actos de intromisión, siempre que se ajusten a los usos sociales o se produzcan –con la debida proporcionalidad– en situaciones de urgente necesidad.
Controlar o fiscalizar el contenido de las redes sociales de los hijos mayores de catorce años puede suponer una intromisión en su derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones, pero caben excepciones, por ejemplo, cuando peligra su integridad en casos de humillaciones, hostigamiento, amenazas, suplantación de identidad, etc. En tales casos, se viene admitiendo por los tribunales de justicia la intromisión en la intimidad del menor con la finalidad de recabar pruebas de la actividad delictiva.
El Tribunal Supremo se ha pronunciado sobre las condiciones necesarias para considerar legítimo el acceso de los padres a la cuenta de una red social sin el consentimiento del menor en la STS nº 864, Sala Segunda, de lo Penal, de 10 de diciembre de 2015, Recurso de casación nº 912/2015.
Recomendaciones
Si sus hijos menores de catorce años quieren tener un perfil en una red social cualquiera –y no pueden persuadirles de lo contrario hasta la mayoría de edad– les dejo algunas recomendaciones:
- Configurar juntos la cuenta y el perfil de usuario. Empleen siempre un pseudónimo o alias para impedir la identificación del menor. Es importante no habilitar la opción de ubicación para impedir que terceros puedan identificar el lugar donde se encuentra el menor y mantener activas las opciones de privacidad para evitar que las publicaciones puedan ser públicas o indexadas en los buscadores.
- Crear una contraseña de acceso segura. Las contraseñas deben ser complejas y difícilmente adivinables por terceros, evitando el uso de palabras sencillas, secuencias alfanuméricas o información fácilmente asociada al menor.
- Negociar el contenido. Es importante hacerle entender a los menores la importancia de velar por su privacidad. No todo se puede publicar en Internet y deben entender que es así.
- Emplear herramientas de control parental, mediante aplicaciones como Qustodio, Kid’s Place, Google Family Link o Screen Time, para evitar el acceso del menor a contenido inapropiado (sexual, violento, etc.).
- Normalizar la conexión a la red social en presencia de los adultos y, en concreto, de sus padres.
- Establecer normas en cuanto a horarios y tiempos máximos de conexión y una rutina de supervisión.
Las redes sociales mal gestionadas traen consigo problemas de adición. Estén atentos a las señales de alerta como cambios repentinos de humor, pérdida del autocontrol, dificultad para mantener relaciones interpersonales, ansiedad, inseguridad, privación del sueño, bajo rendimiento escolar, etc.
Peligros en redes sociales
Quiero compartirles el siguiente vídeo de la AEPD sobre los peligros en redes sociales para los menores.
Haciendo clic aquí pueden consultar la Guía sobre protección del menor de la AEPD con interesantes recomendaciones sobre el control parental en el uso de Internet.
También les comparto un estudio de UNICEF realizado en colaboración con diversas Administraciones y Universidades sobre el «Impacto de la Tecnología en la Adolescencia». Se trata de un estudio sobre las relaciones, los riesgos, las oportunidades y el uso saludable de las Tecnologías para la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC) que encontrarán haciendo clic aquí.
Igualmente, recomendable es el Dosier sobre Primera Infancia del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) que dejo enlazado aquí.
Conclusiones
Internet es un gran escaparate en el que todos nos exponemos. Cada cual decide cuánto expone de sí mismo, pero no olviden que Internet tiene memoria.
El mundo actual es complejo y los padres deben valerse de su experiencia como adultos para enseñar a sus hijos a gestionarlo de la mejor manera posible, aunque no sea fácil. No se trata de prohibirles el uso de las redes sociales, pues éstas forman para de su mundo, sino de educarles, no solo en los centros docentes, también en casa, para que los menores tomen consciencia de los riesgos y de la necesidad de adoptar precauciones ante comportamientos en Internet que puedan resultarles extraños.
También es importante hacerles ver que es necesario desconectar de las redes sociales por un tiempo para trabar amistades reales.