Seguro que les suena el nombre de Platón. Fundador de la Academia de Atenas alrededor del 387 a.C. y maestro de Aristóteles, escribió sus obras en forma de diálogos sobre múltiples temas como ética, psicología, antropología, metafísica, cosmología, entre otros muchos.
Platón desarrolló sus doctrinas filosóficas mediante alegorías o mitos. El más conocida es el Mito de la Caverna que recoge en el Libro VII de la República. Se trata de un diálogo sobre el conocimiento de los individuos entre Sócrates –maestro de Platón– y el hermano de Platón –Glaucón– cuyo objetivo es que reflexionemos sobre la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento.
Imaginen una caverna, en cuyo interior unos hombres permanecen encadenados desde su nacimiento por las piernas y el cuello, de forma que no pueden girar la cabeza ni moverse. Justo detrás de ellos se encuentra un muro con un pasillo y seguidamente una hoguera y la entrada de la caverna. A través del pasillo circulan hombres portando objetos de mil formas distintas. Los prisioneros consideran como verdad las sombras de los objetos. No conocen otra cosa.
Ahora, imaginen que un prisionero logra liberarse y comienza a ascender hacia el exterior. Es capaz de observar la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y casi le hace volver. Con mucha dificultad logra ascender hacia la salida. Sus ojos deben acostumbrarse paulatinamente al exterior, donde descubrirá a los hombres y demás objetos.
El hombre decide regresar al interior de la caverna para compartir lo que ha descubierto con el resto de prisioneros, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real. Cuando regresa no puede ver bien porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los prisioneros piensan que el viaje le ha dañado la visión y no quieren acompañarle fuera. Están dispuestos a matar a quien intente liberarlos.
Conclusión
Aunque no lo crean, todos vivimos en el interior de una caverna. La realidad no es la que nos pintan. Las élites y los gobernantes nos cuentan únicamente lo que les interesa, quizá por miedo a que nos revelemos o por miedo a que cunda el pánico e impere el caos y el libre albedrío.
Los gobiernos nos hacen pensar que les ponen freno a las grandes tecnológicas para que nuestros datos personales estén a salvo, pero no dicen que ellos se sirven de dichas compañías para acceder a nuestra información más personal. Michael Morell, ex subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), reconoció en una entrevista que la CIA compraba información personal a los data brokers que es recopilada a través de los teléfonos móviles.
Nos cuentan que resulta indispensable regular la inteligencia artificial por los riesgos que entraña para nuestros derechos y libertades, pero la Unión Europea aprobó un reglamento con una regulación que permite el uso de tecnologías de reconocimiento emocional e identificación biométrica en los espacios públicos.
Sólo vemos las sombras proyectadas en la pared de nuestra caverna. Al exterior, únicamente saldrán los inconformistas, aquellos que tengan inquietud por conocer la verdad, aunque habrá muchos que quieran seguir encadenados en la caverna por miedo a esa verdad. Cada uno elige dónde quiere estar.