La Gran Muralla China es una de las construcciones más asombrosas de la humanidad. Construida hace más de 2.500 años para salvaguardar las fronteras de China, mide más de 20.000 kilómetros, que viene a ser como media vuelta al mundo, aunque apenas se conserva una tercera parte.
El mundo está lleno de fronteras, algunas más conflictivas que otras, como la de Israel y Palestina. Un muro de hormigón, con tramos de hasta 8 metros de alto y más de 700 kilómetros de largo, separa los territorios palestinos de Cisjordania, donde están las ciudades de Belén y Ramallah. Los controles de acceso están dotados de sistema de reconocimiento facial. Israel también ha construido una barrera en el desierto con Egipto y Egipto la ha construido con Palestina.

Otras fronteras separadas por extensos muros son las de Pakistán e India, con zanjas de 3,5 metros de profundidad y 4 metros de anchura con un millar de puestos fronterizos armados.
Más fronteras conflictivas: Corea de Norte y Corea del Sur; Arabia Saudita y Yemen; Irak y Kuwait; Irán y Pakistán, Tailandia y Malasia …
Las vallas en España no nos son extrañas. Las tenemos en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla para separarnos de Marruecos.

Estados Unidos y México
Donald Trump, durante su mandato presidencial, se fijó un objetivo: construir un muro entre Estados Unidos y México, combinando las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial con una barda de hierro y concreto.

Según The Washington Post, la Administración Trump encargó la instalación de doscientas torres de vigilancia autónomas impulsadas por la inteligencia artificial a lo largo de la frontera con México para 2022 a la compañía Anduril, una empresa de tecnología de defensa centrada en drones autónomos y sensores para aplicaciones militares fundada por Palmer Luckey, el creador de Oculus, que vendió su tecnología a Facebook por 2.000 millones de dólares, convirtiéndose en multimillonario con poco más de veinte años.
Si bien el número de torres instaladas dista mucho del objetivo marcado, ya hay instaladas decenas de ellas, que operan las 24 horas del día, los 365 días del año, teniendo como fuente de alimentación la energía solar.
Un simple poste de metal que sobresale del suelo, sostenido por un trípode y anclado por bloques de hormigón. A sus pies, los paneles solares que alimentan el sistema y en la parte superior un radar y cámaras. La sencillez y el coste reducido permiten replicar el modelo por miles.

El funcionamiento es bastante simple: el radar escanea el entorno de la torre para detectar cualquier movimiento. La cámara se orienta hacia la ubicación del movimiento detectado y los algoritmos hacen el resto: identifican los elementos de interés como personas y vehículos. Por la noche, un rayo láser ilumina al objetivo y el entorno para que pueda ser detectado con un sensor electroóptico.
En caso de alerta, el sistema advierte, rápidamente, a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, cuyos agentes tendrán la oportunidad de decidir si el objetivo detectado representa una amenaza. La idea es que los agentes se ayuden con drones.
Conclusión
El negocio de las barreras fronterizas, tanto físicas como virtuales, es tremendamente lucrativo según los estudios.
En el marco del próximo ciclo presupuestario de la Unión Europea (2021–2027), la Comisión Europea asignó 2.200 millones de euros a la protección de nuestras fronteras, de los cuales 1.200 millones de euros serán para el Fondo para la Gestión Integrada de las Fronteras (FGIF) y 859 millones de euros para la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex).
Corren malos tiempos en Europa con una guerra a sus puertas que parece no tener fin y los movimientos migratorios de irregulares que no cesan. Dudo que veamos en Europa muros de hormigón como antaño, pero quién sabe si no veremos muros virtuales.