«Happy slapping» es un fenómeno social que se originó en el Reino Unido alrededor de 2005, en el que una o más personas atacan a una víctima desprevenida mientras graban la agresión con la intención de difundirla por redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea.
En un principio, los actos de violencia eran bofetadas, pero con el tiempo se han ido intensificando, llegando a peleas brutales con lesiones corporales graves. Los ataques están motivados, generalmente, por la emoción del acto en sí y la humillación de la víctima, amplificada por la difusión del vídeo.
En España, el último caso se ha dado en Girona. La Guardia Civil ha detenido a un joven que administraba una cuenta de Telegram con más de 164.000 seguidores. La operativa era sencilla: si quieres acceder al contenido, has de compartir con el grupo un vídeo similar.
El inicio de la investigación lo marcó la denuncia de una mujer cuya hija había sido víctima de una agresión grabada en Sevilla y difundida en dicha plataforma. La Guardia Civil, en colaboración con la Fiscalía de Criminalidad Informática, logró verificar el funcionamiento del canal y el tipo de contenido difundido, infiltrándose en la plataforma con la técnica denominada «Agente Encubierto Informático».
La Guardia Civil empleo técnicas de investigación OSINT (Open Source Intelligence) que permiten recopilar y analizar información de diversas fuentes abiertas, como motores de búsqueda en Internet, redes sociales, foros en línea e incluso la «dark web» con el objetivo de identificar perfiles, comportamientos y ubicaciones digitales.
Tras la autorización del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Sanlúcar la Mayor (Sevilla) se procedió al cierre definitivo del canal.
Este caso no es el único que ha ocurrido en nuestro país. En 2023, la Policía Nacional realizó una investigación similar en Valencia.
Conclusión
La difusión de este tipo de imágenes sin autorización de los afectados puede ser constitutiva de un delito contra la integridad moral y de lesiones.
Si detectan que un menor ha sido víctima de esta práctica lamentable, recaben todas las pruebas posibles –vídeos, capturas de pantalla y enlaces– y acudan a la Guardia Civil o a la Policía Nacional para denunciarlo. Todos somos responsables de que la violencia no se normalice, empezando por las escuelas.