Séneca pronunció una frase que yo repito mucho: «Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía». Parece mentira que dos mil años después, esta frase siga de actualidad.
La Justicia en España es lenta, diría más, es irritablemente lenta. No sabría decirles las razones de su lentitud, pero la excesiva litigiosidad y la escasez de recursos en algunas jurisdicciones son algunas de las principales causas. Hacen falta más jueces, no más juzgados, y mayor especialización del Juzgador, que esperemos llegue con los futuros Tribunales de Instancia.
Sobre la mesa ha estado, muchas veces, modificar el número de partidos judiciales para concentrar los recursos existentes. España se divide en 431 partidos judiciales, una cifra que resulta excesiva y que, además, no responde a las necesidades actuales de la Administración de Justicia, más aún con el sistema actual de gestión de notificaciones (LexNET) y la posibilidad de celebrar actuaciones de forma telemática. Por intereses políticos, la solución no es pacífica. Una alternativa sería mantener la división actual por partidos judiciales, pero avanzar por el camino de la especialización.
Otra solución que lleva años proponiéndose es potenciar los medios alternativos de resolución de conflictos, como la medición y el arbitraje, si bien no terminan de despegar, a pesar de que siempre es mejor «un mal arreglo que un buen pleito».
Otra asignatura pendiente de los políticos es una reforma legislativa valiente que permita establecer procedimientos más sencillos y racionales.
La inteligencia artificial como posible solución
Dudo que alguien conozca la solución definitiva a la lentitud del sistema judicial, pero quizá el uso de la inteligencia artificial puede servir para agilizar la carga. Los algoritmos pueden ayudar a reducir la burocracia, realizando labores cotidianas y repetitivas. También pueden actuar como asistentes del Juzgador.
Varios países de América Latina llevan años avanzando en esta solución para agilizar la Administración de Justicia. Les pongo por caso Colombia que cuenta con PretorIA, un sistema de inteligencia artificial que busca mejorar el proceso de selección de tutelas en la Corte Constitucional. El algoritmo puede clasificar las sentencias de tutela de los jueces de instancia, buscar información relevante en los expedientes para el proceso de selección, realizar resúmenes no narrativos sobre las categorías detectadas y generar información estadística sobre el uso de la tutela en el país.
Colombia también cuenta con SIARELIS (Sistema con bases de Inteligencia Artificial para la Resolución de Litigios Societarios) que se pone al servicio del Juzgador y de las partes para ayudarles a explorar soluciones en la resolución de conflictos en el ámbito societario. Haciendo clic aquí pueden encontrar un video explicativo sobre su funcionamiento.
Otro ejemplo de inteligencia artificial aplicada a la Administración de Justicia es VICTOR. Este sistema se lanzó en el año 2018 para el Supremo Tribunal Federal de Brasil y permite analizar el texto de miles de recursos, señalando aquellos que cumplen el requisito de «repercusión general» y clasificándolos por diferentes criterios: relevancia jurídica, política, social o económica. Este sistema también es capaz de ubicar documentos procesales en el acervo de la Corte.
Más ejemplos: PROMETEA que nació en el Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la Facultad de Derecho de Buenos Aires (IALAB) con la colaboración del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este sistema funciona mediante un chat conversacional. Por el momento, analiza infracciones menores, procedimientos de tráfico y políticas sociales, como la gestión de subsidios. Con una tasa de acierto del 96 %, predice la solución a un caso judicial en 20 segundos. Esto supone la elaboración de un millar de dictámenes jurídicos en el área de vivienda en 45 días, lo que por un procedimiento normal hubiera significado 174 días de trabajo.
El Gobierno de España ha mostrado interés en PROMETEA. En octubre de 2019, responsables de la Dirección General de Transformación Digital de la Administración de Justicia visitaron las oficinas del Ministerio Público Fiscal de la ciudad de Buenos Aires con el objetivo de conocer el sistema. La ventaja del algoritmo de PROMETEA es que es abierto, auditable y trazable. La valoración de las autoridades españolas fue positiva, pero poco más se ha sabido desde aquella visita.
La Unión Europea dio los primeros pasos en la senda de la aplicación de la inteligencia artificial a la Administración de Justicia con la Carta ética europea sobre el uso de la inteligencia artificial en los sistemas judiciales y su entorno, adoptada por la Comisión Europea para la Eficacia de la Justicia en diciembre del año 2018. El texto está dirigida a empresas que operan prestando servicios legales en el mercado de nuevas tecnologías y a los actores públicos responsables de su diseño y despliegue.
De los Estados miembros, el primero que ha mostrado verdadero interés por implantar la inteligencia artificial en la administración de justicia para resolver procesos judiciales es Polonia. El ministro polaco de Justicia, Zbigniew Ziobro, defiende que el uso de la inteligencia artificial «no es una opción, sino una necesidad» y que «en casos simples y repetitivos, los sistemas de inteligencia artificial pueden facilitar la selección del mejor curso de acción, e incluso emitir la sentencia y su justificación». Ziobro afirma que la inteligencia artificial «puede ayudar a identificar los hechos que son cruciales para la resolución del caso» y que «también permite encontrar rápidamente fallos y puntos de vista legales relevantes para el caso». El ministro sostuvo que «así, los jueces pueden dedicarse solo a las partes más difíciles en los que el ser humano es insustituible» (fuente aquí).
La aplicación de la inteligencia artificial en España
El uso de la inteligencia artificial en nuestro país no es algo extraño.
Desde hace años, la Agencia Tributaria viene usando algoritmos en la lucha contra el fraude fiscal. Los servicios de Inspección de Trabajo y Seguridad Social los emplean en labores de inspección. También se utilizan algoritmos en la lucha contra la violencia de género a través del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén).
La Consejería de Justicia de Cataluña puso en marcha, en el año 2009, una herramienta algorítmica, llamada RisCanvi, capaz de valorar el riesgo de comisión delictiva en base a 43 parámetros o variables (por ejemplo: si el interno es hombre o mujer, si es joven o mayor, si es la primera vez que está en prisión, si tiene buena conducta, el tiempo de condena, si tiene trastornos mentales, si tiene familia, si ha recibido visitas durante el internamiento, etc). El algoritmo determina si el recluso tiene un riesgo alto, medio o bajo de reincidencia. Las estadísticas de su implantación muestran que la fiabilidad de las predicciones de reincidencia pasaron del 67 % con criterios analíticos únicamente humanos al 75 % con el algoritmo. No obstante, el sistema ha sido discutido. Existen voces críticas que entienden que los factores analizados por el algoritmo están demasiado ligados a la realidad social de los reclusos y ahondan en su exclusión.
El impacto ético de las herramientas algorítmicas como RisCanvi es inevitable, en la medida en que la elaboración de un perfil penal de una persona y una supuesta decisión automatizada consecuente puede impactar en derechos fundamentales como la presunción de inocencia, el derecho a la tutela judicial efectiva y a la igualdad de trato. No hay sistemas perfectos, esa es la realidad, como tampoco las decisiones humanas son perfectas. La cuestión está en ponderar todas las variables para alcanzar un resultado justo.
Otro ejemplo de inteligencia artificial aplicada en el ejercicio de los poderes públicos es VeriPol. La herramienta está disponible en todas las comisarias de la Policía Nacional y se emplea para detectar denuncias falsas, relacionadas con los delitos de hurto y robo. Analizando el lenguaje de la denuncia, el algoritmo indica la probabilidad de que esta no sea verdad. El proyecto se inició en el año 2014, participando el Ministerio del Interior y las Universidades Complutense de Madrid, Carlos III de Madrid y La Sapienza de Roma. El sistema ha recibido críticas, por un lado, porque su uso requiere formación, y no todos los agentes han recibido ese entrenamiento y, por otro, el algoritmo podría buscar palabras específicas que se usan en determinadas grupos demográficos, dando lugar a discriminaciones.
En cualquier caso, hemos de pensar que los algoritmos no deciden, sino que constituyen un medio de apoyo a la toma de decisiones del juez. El ejercicio de la potestad jurisdiccional queda en manos del ser humano, así como el diseño, despliegue, uso y supervisión del algoritmo.
En cuanto a la aplicación de la inteligencia artificial en la Administración de Justicia en España, el Gobierno parece mirar los toros desde la barrera, observando lo que hacen otros países, a la espera de encontrar una solución para nuestro sistema judicial, cuando en España lo que sobra es talento y capacidad para abanderar el cambio.
A nivel práctico, que me conste, el uso de la inteligencia artificial en la Administración de Justicia se ha limitado a la eliminación de los antecedentes penales, por cierto, con notable éxito.
La única iniciativa del Gobierno de España en favor de la transformación digital de la Administración de Justicia es el Proyecto de Ley de Medidas de Eficiencia Digital del Servicio Público, presentado el 12 de septiembre de 2022. Poco es el camino andado.
Conclusiones
Llegados a este punto, hago mías las conclusiones del profesor Ronald Cárdenas Krenz, publicadas en la Revista Justicia & Derecho de la Universidad Autónoma de Chile, en su artículo Jueces robots. Inteligencia Artificial y Derecho:
«La contribución de la inteligencia artificial en el campo del Derecho es, sin lugar a dudas, invaluable, tiene un enorme campo para expandirse y ha llegado para quedarse. Ciertamente, puede ser muy útil para el desarrollo y la administración de los procesos legales, dándoles celeridad, predictibilidad y objetividad, además de una mayor transparencia y un mejor manejo de la información. Sin embargo, no debemos perder de vista que el empleo de programas o plataformas siempre requerirá de la presencia del ser humano, de su lógica, criterio, sentido común y, varias veces, de su sensibilidad. La inteligencia artificial puede ser un valioso soporte para la labor del juez, mas no su sustituto, en una relación de colaboración que recién empieza».
Este artículo, viene a completar aquel que publiqué sobre el impacto de la inteligencia artificial en el futuro de la Abogacía, que dejo enlazado aquí.
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Actualización (27.06.2023)
Entrevista con Manuel Olmedo, Secretario General para la Innovación y Calidad del Servicio Público de Justicia, y uno de los participantes en «DataFórum Justicia 2023». El evento trató sobre datos e inteligencia artificial y cómo pueden ayudar a conseguir una Justicia más eficaz.